domingo, 1 de mayo de 2016

AXIOS 1, periódico cultural



Axios = valioso, digno, justo      
AXIOS 1
PERIÓDICO CULTURAL  IMPRESO Y EN LÍNEA,  PUBLICADO CADA 15 DÍAS Y EDICIONES ESPECIALES  POR   EDITORIAL  PETRUS,   PARA SERVIR A JALISCO, A MÉXICO Y AL MUNDO, CON NOTICIAS,  INFORMACIÓN,  CRÍTICA, ANÁLISIS Y REFLEXIONES  SOBRE  FILOSOFÍA,  HISTORIA, CULTURA, LITERATURA, ARTE,  TURISMO, SOCIEDAD, ECONOMÍA Y  POLÍTICA.
FERNANDO DEL PASO RECIBIÓ EL PREMIO CERVANTES
                    Alcalá de Henares, España, sábado 23 de abril de 2016.- El escritor mexicano, radicado en Guadalajara, Fernando del Paso recibió hoy aquí, el Premio Cervantes de manos del Rey de España, Fernando VI; y enseguida dió a conocer la grave situación que vive su país con las siguientes palabras:


“Las cosas no han cambiado en México sino para empeorar, continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, los abusos de poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo”.

Miguel de Cervantes Saavedra

Fernando del Paso, Premio Cervantes 2015



Discurso del escritor Fernando del Paso:
          Majestades, Señor Presidente del Gobierno, Señor Ministro de Educación, Cultura y Deporte, Señor Rector de la Universidad de Alcalá, Señora Presidenta de la Comunidad de Madrid, Señor Alcalde de esta ciudad, autoridades estatales, autonómicas, locales y académicas, querida esposa–oíslo-e hijos, queridos parientes y amigos que me acompañan, queridos todos, Señoras y Señores:
          La del alba sería, cuando timbró el teléfono de mi casa y yo pensé que si no era una tragedia la que me iban a anunciar, sería la malobra de un rufián que deseaba perturbar mis buenas relaciones con Morfeo, o quizás el mago Frestón. Pero no fue así, por ventura: era mi hija Paulina quien desde Los Cabos, Baja California, me anunciaba haberse enterado que me habían otorgado este premio, lo cual colmome de dicha pese a que desde ese instante las múltiples llamadas telefónicas que recibí por parte de amigos, parientes y periodistas, incluyendo los de España, para ratificar la gran nueva, no me dejaron volver a pegar el ojo. Yo, ni tardo ni perezoso acometí de inmediato la empresa de despertar a cuanto amigo y pariente tengo para informarles lo que me habían comunicado.
          En marzo del año pasado, cuando tuve el honor de recibir en la ciudad mexicana de Mérida el Premio José Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria, hice un discurso que causó cierto revuelo. Sé muy bien que esas palabras despertaron una gran expectativa en lo que se refiere a las palabras que hoy pronuncio en España.
          Las cosas no han cambiado en México sino para empeorar, continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, lo abusos de poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo. Criticar a mi país en un país extranjero me da vergüenza. Pues bien, me trago esa vergüenza y aprovecho este foro internacional para denunciar a los cuatro vientos la aprobación en el Estado de México de la bautizada como Ley Atenco, una ley opresora que habilita a la policía a apresar e incluso a disparar en manifestaciones y reuniones públicas a quienes atenten, según su criterio, contra la seguridad, el orden público, la integridad, la vida y los bienes, tanto públicos como de las personas. Subrayo: es a criterio de la autoridad, no necesariamente presente, que se permite tal medida extrema. Esto pareciera tan solo el principio de un estado totalitario que no podemos permitir. No denunciarlo, eso sí que me daría aún más vergüenza.

          Me trago la vergüenza de criticar a mi país.
  
       Quizá debí haber comenzado este discurso de otra forma y decirles que yo nací en el ámbito de la lengua castellana el 1º de abril de 1935 en la ciudad de México. “Felicidades señora, es un niño”, dicen que dijo el médico que estaba exhausto de maniobrar una y otra vez con los fórceps, antes de ponerme no de patitas sino de orejitas en el mundo y quién al ver por primera vez mis entonces diminutos órganos reproductores, coligió con gran perspicacia que yo era un varón, rollizo no, pero tampoco escuálido: yo no quería nacer y a veces todavía pienso que no quiero nacer.
Vista general de la ceremonia de entrega del Premio Cervantes en la Universidad de Alcalá de Henares
     Me cuentan que lloré un poco y ¡Oh, maravilla! lloré en castellano: y es que desde hace 81 años y 22 días, cuando lloro, lloro en castellano; cuando me río, incluso a carcajadas, me río en castellano y cuando bostezo, toso y estornudo, bostezo, toso y estornudo en castellano. Eso no es todo: también hablo, leo y escribo en castellano.



Fernando  del Paso  recibe el premio del Rey Felipe VI. 

          Pancho y Ramona, el Príncipe Valiente, Lorenzo y Pepita, Tarzán y Mandrake, fueron mis primeros personajes favoritos, y yo no podía esperar a que mi padre despertara para que me leyera las historietas dominicales a colores, de modo que me di prisa en aprender a leer en la  pre-primaria en la que me inscribieron mis padres, dirigida por dos señoritas que no eran monjas pero sí muy católicas y tan malandrines que me daban con grandes bríos y denuedo reglazos en la mano izquierda –yo soy zurdo- cuando intentaba escribir con ella, sin obtener su objetivo: no soy ambidextro, soy ambisiniestro. Más tarde mi mano izquierda se dedicó a dibujar y fue así como se vengó de la derecha. Pero aprendí a leer con los dos ojos, y con los dos ojos y entre los rugidos de los leones me las vi con don Quijote de La Mancha. En efecto, un hermano de mi padre que tenía una gran biblioteca virgen–nadie la leía: compraba los libros por metro-,me invitó a pasar quince días en su casa, muy cercana al zoológico, desde donde se escuchaban a distintas horas del día los estentóreos rugidos de los leones y yo me dije: ¿leoncitos a mí? y me zambullí en la literatura de los clásicos castellanos: desde entonces estoy familiarizado con todos ellos: Tirso de Molina, Lope de Vega, Garcilaso, Góngora, el Arcipreste de Hita, Quevedo, Baltasar Gracián y varios otros. Fue allí también, en la casa de mi tío donde me enfrenté con Don Quijote en desigual y descomunal batalla: él, las más de las veces jinete en Rocinante o a horcajadas en Clavileño y yo, en miserable situación pedestre. No obstante mi Señor y Sancho Panza estaban ilustrados por Gustave Doré y eso me sirvió de báculo. Salí de su lectura muy enriquecido y muy contento de haber aprendido que la literatura y el humor podían hacer buenas migas. De esto colegí que también los discursos y el humor podían llevarse.
Tirso de Molina

          De ahí continué leyendo, apasionado, a numerosos y muy buenos escritores españoles. Antonio Montaña Nariño, un escritor colombiano ya fallecido, entró a la agencia de publicidad donde yo trabajaba y me presentó a su amigo, el hispano-mexicano José de la Colina. Pronto ellos se transformaron en mis primeros mentores literarios y me dieron a conocer a Benito Pérez Galdós, Ramón Menéndez Pidal, Ramón Gómez de la Serna, Ramón María del Valle Inclán, Antonio y Manuel Machado, Rafael Alberti y otros autores que me hicieron enamorarme profundamente de la lengua. En aquél entonces yo me regocijaba mucho leyendo a estilistas como Gabriel Miró. Antonio y José me dieron también a conocer a Joyce, Faulkner, Dos Passos, Erskine Caldwell, Julien Green, Marcel Schwob y otros muchos grandes autores de las literaturas anglosajona y francesa.
Francisco de Quevedo

          También desde luego a excelentes escritores españoles como Rafael Sánchez Ferlosio, Juan José Armas Marcelo, Juan Marsé, los hermanos Goytisolo, Fernando Savater, Camilo José Cela, Javier Marías, Arturo Pérez- Reverte y a quién detonó toda mi vocación literaria: el poeta Miguel Hernández, autor de El rayo que no cesa.
          Recuerdo que hace algunos años en una universidad francesa, cuando comencé a dar una lista de los escritores que según yo me habían influido, una persona del público señaló que yo no había mencionado a ningún escritor español y me dijo que cómo era posible. Yo le contesté: los españoles no me han influido, a los españoles los traigo en la sangre, y agregué a la enumeración aquellos latinoamericanos que son parte de mis lecturas más importantes y por lo tanto de mi vida como Borges, Onetti, Carpentier, Lezama Lima, Cortázar, Asturias, Vargas Llosa, García Márquez, Neruda, Huidobro, Gallegos, Guimarães Rosa y César Vallejo y entre los mexicanos Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán, sin olvidar a Fernández de Lizardi y a nuestra amada monja Sor Juana Inés de la Cruz.
 
Lope de Vega


          Los maravillosos sonetos de Miguel Hernández me motivaron a escribir Sonetos de lo diario, publicados por Juan José Arreola en “Cuadernos del Unicornio” en 1958. Pero en realidad mi primera incursión en el mundo castellano tuvo lugar cuando era yo muy peque: “Nano Papo quiee cuca pan quiquía”, que mi madre interpretaba fielmente: “Nano Papo” era: “Fernando del Paso”, “quiee cuca pan quiquía” quería decir “quiere azúcar pan y mantequilla”.      
          Algunas tías malhumoradas, pronosticaron que yo no iba a dar pie con bola con el lenguaje.
Se equivocaron de palmo a palmo. Poco después, al parecer insatisfecho con el eufemismo familiar que se le asignaba a los glúteos, los llamé “las guinguingas” y pronto este neologismo fue adoptado por toda la familia. 

Juan Rulfo


La publicación de los Sonetos me sirvió para conocer a Arreola y a Juan Rulfo, quien sabía todo lo que había que saber sobre novela mexicana, española, rusa, inglesa, italiana, alemana, y, en fin, sobre novela mundial. Comencé entonces a escribir José Trigo, un libro reflejo de mi obsesión por el lenguaje, mi fascinación por la mitología náhuatl y que obedecía a tantos otros propósitos, que lo transformaron casi en un despropósito. Pero ahí está, tan campante, a sus 50 años de edad: fue publicado en 1966. Seguí después con Palinuro de México, una especie de autobiografía inventada, una recreación literaria de mi vida como niño y adolescente, conjugada en varios tiempos verbales: lo que fui, lo que yo creí que era, lo que no fui, lo que hubiera sido, lo que sería, etc. Y después vino Noticias del Imperio, la novela sobre los emperadores Maximiliano y Carlota en la que me propuse darle a la documentación el papel de la tortuga y a la imaginación el de Aquiles. Desde muy peque el melodrama de estos dos personajes, el saber que habíamos tenido en México un emperador austriaco de largas barbas rubias al que fusilamos en la ciudad de Querétaro y una emperatriz belga que vivió, loca, hasta 1927, cuando Lindbergh cruzó el Atlántico en avión, me había fascinado. Por supuesto, en cuanto ganó Aquiles la novela quedó terminada. He escrito también libros de poesía, libros para niños y dos obras de teatro. Una de ellas que he soñado que algún día se represente o se lleve a escena en este país: La muerte se va a Granada, sobre el asesinato de Federico García Lorca.
Toda mi vida ha continuado la riña entre mi mano izquierda y mi mano derecha. Ninguna de las dos ha triunfado y esto ha significado para mí un conflicto muy profundo. Sin embargo mi mano derecha se ha impuesto, no sé si soy escritor, pero sé que no soy pintor, nunca he dejado de escribir para dibujar y siempre he dejado de dibujar para escribir.


El Quijote ilustrado por Doré

Sin embargo la lucha más prolongada que he sostenido en la vida ha sido contra mi propia salud. Desde que era muy peque y me operaron de algo que se llama “adenoides” hasta el momento actual, en que supero las secuelas, largas y dolorosas, de dos series de infartos al cerebro de carácter isquémico, he estado cuando menos quince veces en el quirófano: por una apendicitis, por dos hernias, dos tumores benignos, un desgarre en el corazón, un stent en la arteria femoral superficial de la pierna derecha, otro en la arteria coronaria izquierda, dos oclusiones intestinales y entre otras cosas dos operaciones de las que llaman “a corazón abierto”. Además de recurrentes ataques de gota y una fractura del tobillo derecho. Tan mal he estado en los últimos tiempos que cuando alguien me vio me dijo: “pero hombre, ¿así va usted a ir a España?” y yo le contesté: “yo a España voy así sea en camilla de propulsión a chorro o en avión de ruedas”.
           ¿Dije antes que "todavía pienso que no quiero nacer"? ¡Pamplinas! Fue una bravuconada. La vida ha sido bastante cuata conmigo. Quise escribir y escribí. Nunca escribí para ganar premios, pero ya ven ustedes, aquí estoy. Quise casarme con Socorro y me casé con ella. Quisimos tener hijos y tuvimos hijos. Quisimos tener nietos y tuvimos nietos. Y desde hace unos dos años tenemos una bisnieta: Cora Kate McDougal del Paso. Espero que algún día sus padres le recuerden que su bisabuelo le deseó que ella agradezca haber venido al mundo a compartir la vida con todos nosotros, aunque no sé en que lengua lo hará, puesto que nació en la tierra de James Joyce, Irlanda, y parece destinada a vivir en ese país. También desde aquí le mando mil besos a nuestra otra casi bisnieta, Ximena, a quien le digo casi bisnieta porque es la nieta de un casi nuestro hijo, Arturo. Hay más, les voy a contar una historia. Seré breve, es la misma historia que conté en la Caja de las Letras: Hace mucho tiempo el joven poeta mexicano tabasqueño, José Carlos Becerra, obtuvo una beca Guggenheim y con ella se fue a Londres con el propósito de comprar un automóvil con el cual recorrer toda Europa. Una madrugada, camino a Bríndisi, en Italia, no se sabe qué sucedió: tal vez se quedó dormido al volante, el caso es que se desbarrancó y se mató. Yo llegué también con mi beca Guggenheim a Londres pocos meses después y me alojé en la casa del mismo amigo mutuo, Alberto Díaz Lastra, en donde él se había alojado. Allí, José Carlos olvidó una camisa que yo heredé. Desde entonces, cada vez que yo sentía pereza de escribir, desánimo o escepticismo, me ponía la camisa y comenzaba a trabajar. Consideré que yo tenía un deber hacia aquellos artistas, hombres y mujeres, cuya muerte prematura les impidió decir lo que tenían que decir. Por eso esa camisa tiene tanta importancia en mi vida. Depositarla en la Caja de las Letras no significa que no vuelva yo a escribir: la magnificencia e importancia del Premio de Literatura Española Cervantes, me obliga moralmente a hacerlo y así lo haré: me pondré la camisa, así sea metafóricamente, una y otra vez, hasta que se acabe (no la camisa sino mi vida).
           Pero no vine aquí para contar mi vida y mis obras, ni para comentar mis penas. Tampoco a hablar de las guinguingas de nadie, ni siquiera de las de Don Quijote, aturdidas y compungidas como debieron estar, tras tantas tan tremendas tundas que le propinaron durante su azarosa profesión caballeril. Vine y estoy aquí hoy, 23 de abril de 2016, en el que se conmemora el aniversario número 400 de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, discurso en ristre y con los colores de España en el pecho, muy cerca del corazón, para agradecer: a sus majestades los Reyes de España Felipe VI y doña Letizia, por su muy generosa hospitalidad; por su hospitalidad también a la ciudad de Alcalá de Henares, a su Alcalde, y al Rector de esta Universidad; al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte así como al Instituto Cervantes; al jurado del Premio Cervantes por su decisión, riesgosa diría yo, en la medida en que juzgó como tal a mi literatura. Agradezco también a mis amigos y familiares presentes, a oídlo Socorro y a mis hijos: Fernando que descanse en paz, a Alejandro, Adriana y Paulina el gran apoyo que me han dado toda la vida. Socorro: perdóname si alguna vez te hice daño: te pido perdón en público. Asimismo y profundamente a la Providencia, a la casualidad o a la causalidad el haberme hecho súbdito de la lengua castellana, a mi país México y a mis padres por haberme dado este lenguaje y sobre todo, gracias a ti, España, mil gracias.
          Por cierto, también sueño en español.
           
            Antes de entregar el Premio Cervantes, el Rey de España, Felipe VI, también pronunció un discurso en el que sobresalen las palabras y conceptos siguientes:

Este 23 de abril es para nosotros muy especial, conmemoramos los 400 años del fallecimiento de Miguel de Cervantes Saavedra, aunque en realidad deberíamos decir que celebramos los más de cuatro siglos de vida de la inmortal obra cervantina; una obra que sigue siendo fuente de inspiración de muchos autores y a la que continúan acercándose lectores de todos los lugares y de todas las edades.
Rey Felipe VI

El ganador de la presente edición, Fernando del Paso, al igual que otros cinco Premios Cervantes anteriores, procede de ese gran país, amigo y hermano, de sangre y de cultura, que es México. México es la nación con mayor número de hispanohablantes, es el país que acogió a tantos escritores en momentos de dificultades, de exilio, entre ellos varios autores ─americanos y españoles─ que también recibieron el Premio Cervantes, como María Zambrano, Álvaro Mutis o Juan Gelman.
En el ámbito idiomático y del mundo editorial son muchas las cosas que nos unen a mexicanos y a españoles y, en general, a los hispanohablantes de ambos lados del Atlántico:
En primer lugar, naturalmente, la propia lengua común y compartida, el español; y en segundo lugar, las relaciones editoriales, los libros editados allá que leímos acá durante los años de ese exilio y posteriores; y los libros que en las últimas décadas los editores españoles han llevado a los lectores mexicanos y de otros países de lengua española. Compartimos autores que admiramos, así como la inquietud por el fomento de la lectura; y trabajamos juntos para que nuestro idioma sea cada vez más rico y reconocido en todo el mundo.
Fernando del Paso en la ceremonia del Premio Cervantes

Al celebrar también en esta fecha la fiesta de nuestra lengua, debemos recordar que una de las causas de su riqueza es su capacidad de continua transformación, en un mestizaje permanente en el que cada país del mundo en que se habla es un afluente que rejuvenece y ensancha a cada tramo el inmenso caudal del español.


Don Quijote y Sancho


Este 23 de abril es para nosotros muy especial, conmemoramos los 400 años del fallecimiento de Miguel de Cervantes Saavedra, aunque en realidad deberíamos decir que celebramos los más de cuatro siglos de vida de la inmortal obra cervantina; una obra que sigue siendo fuente de inspiración de muchos autores y a la que continúan acercándose lectores de todos los lugares y de todas las edades.

Se trata de una riqueza y una vitalidad que han quedado patentes, asimismo, en los Congresos Internacionales de la Lengua Española, desde su primera edición en 1997 ─precisamente en la ciudad mexicana de Zacatecas─, hasta el que acabamos de celebrar en San Juan de Puerto Rico bajo el lema “Lengua española y creatividad”. Un idioma, pues, que se enorgullece de su vitalidad porque es la lengua de más de 500 millones de personas en países hermanos de todos los continentes.
No es casual, por tanto, recordar esta condición privilegiada de nuestro idioma cuando celebramos el acto de entrega del Premio Miguel de Cervantes 2015. Un galardón que recae en la persona de Fernando del Paso, según dictaminó el jurado compuesto por representantes de las Academias de la Lengua y otras personalidades del mundo cultural y literario.
Nuestro autor, además de haber declarado su amor por nuestro idioma compartido, lo ha honrado de la mejor manera haciendo que brille en sus libros con la pericia de un orfebre capaz de sacar el mejor partido a los metales preciosos. En pocos literatos se demuestra como en Fernando del Paso la conciencia de vivir en el idioma, en el español, una herramienta de trabajo que él siempre ha agradecido haber recibido para expresarse como creador.
Fernando del Paso, como Cervantes, ha cultivado varios géneros literarios: la novela, con libros como José Trigo, Palinuro de México o Noticias del Imperio; el ensayo, con títulos como Bajo la sombra de la Historia: ensayos sobre el Islam y el judaísmo; los artículos de opinión; la poesía, con creaciones como Sonetos de lo diario, o PoeMar; y el teatro, con piezas como La muerte se va a Granada, así como otras diversas formas de literatura para niños, como Paleta de diez colores.
Sus novelas principales presentan cada cual unas características y una voluntad diferenciadas, pero están emparentadas unas con otras por su artesanía lingüística, por un uso del lenguaje en el que se aúnan el respeto por la tradición y la audacia innovadora.
Su obra literaria es, desde luego, un conjunto cuidado como pocos en el que cada libro responde a una necesidad y a una intención concreta, con la auto-exigencia de no añadir nada superfluo y sin plena convicción; una obra entregada a un trabajo minucioso con la paciencia y la meticulosidad de los artistas verdaderos. Fernando del Paso es un creador poliédrico no solo en el campo de la literatura, pues sus inquietudes creativas se extienden también a las artes plásticas e incluso a la publicidad. Ciertamente, en su obra admiramos distintas formas de expresión unidas por la necesidad de comunicar.
Se trata, sin duda, de inquietudes creativas, pero también de inquietudes vitales que le han llevado a vivir en otros lugares ─en los Estados Unidos, en Londres o en París─ sin que las largas ausencias de su tierra natal le hayan hecho perder las hondas raíces mexicanas que presiden sus historias y el lenguaje de sus libros; es más, se podría decir que las han afianzado.
En este camino de su vida, Fernando del Paso ha sido reconocido con diversas distinciones, tanto a sus principales obras, como al conjunto de su trayectoria. En 1966 recibió por su primera gran novela, José Trigo, el Premio Xavier Villaurrutia. Palinuro de México, entonces inédita, fue primero reconocida con el Premio Internacional de Novela México en 1975 y,  luego,  con  el Premio Internacional Rómulo Gallegos en Venezuela en 1982, el Premio Casa de las Américas de Cuba en 1985, y como mejor Novela Extranjera en Francia al año siguiente.
Por su parte, Noticias del Imperio obtuvo el Premio Mazatlán de la Universidad de Sinaloa. Y a partir de 1991 se fueron sucediendo los grandes galardones a toda su obra: el Nacional de Ciencias y Artes del Gobierno de México, el Premio FIL de Literatura, el Alfonso Reyes, o el José Emilio Pacheco.
Por último, no podemos dejar de mencionar que Fernando del Paso es un autor agradecido a otros que abrieron nuevas sendas en la creación literaria, como su gran amigo y compatriota Juan Rulfo, uno de los autores más grandes en nuestra lengua; pero sobre todo a aquel cuyas obras le han acompañado desde que era un niño: Miguel de Cervantes.
En su libro Viaje alrededor de El Quijote, Del Paso describe la fascinación que sintió al leer por vez primera este libro inmortal, lectura a la que vuelve una y otra vez, al principio por curiosidad. Una curiosidad que se convirtió en amor, y un amor que, según sus propias palabras, se volvió obsesión. Terminaba su circunnavegación a la obra cervantina deseando que el tiempo “le diese tintero” para volver a escribir sobre Don Quijote.
Pues bien, felizmente el tiempo le ha dado tintero a él, y a nosotros nos ha dado la oportunidad de escuchar precisamente hoy, 23 de abril, en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá, las palabras de Fernando del Paso sobre Cervantes y El Quijote, como expresión del amor que siente por el libro y por su creador.
Muchas gracias, Fernando del Paso, por todo lo que su obra nos aporta, nos deleita e interroga, y por su testimonio de amor a una lengua y a una tradición literaria que hoy honramos.


El Rector General, Tonatiuh Bravo Padilla designó a Gerardo Alberto Mejía Pérez como rector del CUNorte para el periodo 2016-2019

El Rector General, Tonatiuh Bravo Padilla y el Mtro. Gerardo A. Mejía Pérez

       El rector general de la Benemérita Universidad de Guadalajara, Tonatiuh Bravo Padilla, designó a Gerardo Alberto Mejía Pérez como rector del Centro Universitario del Norte para el periodo 2016-2019.

         Mejía Pérez dará continuidad a su primera administración, que correspondió al periodo 2013-2016.

      Mejía Pérez cuenta con Maestría en Análisis de Sistemas Industriales e Ingeniería Mecánica Eléctrica por la Universidad de Guadalajara. 
      En su trayectoria universitaria ha sido rector del CUNorte en el periodo 2013-2016 y, anteriormente, secretario Administrativo del CUCiénega. También desempeñó varios cargos en el Sistema de Educación Media Superior (SEMS): director de la Escuela Vocacional y de Educación Técnica del propio SEMS. 

SEÑORITA JALISCO

Marintia Anaí Pelayo Ruelas, Señorita Jalisco promueve el turismo estatal

Edificio central de la UdeG: Museo de las Artes


OBTIENEN  72 PREPARATORIAS DE 
LA UdeG RECURSOS POR CASI 
6 MILLONES DE PESOS  
Participaron en la convocatoria 2016 del 
fondo concursable PAAGES

          El Sistema de Educación Media Superior (SEMS) obtuvo cinco millones 840 mil 981 pesos del Fondo para Fortalecer la Autonomía de Gestión en Planteles de Educación Media Superior (PAAGES) 2016, monto que será destinado al equipamiento de las preparatorias de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
          El coordinador de Planeación y Evaluación del SEMS, maestro Víctor Hugo Prado Vázquez, informó que este fondo es impulsado por el gobierno federal a través de la Subsecretaría de Educación Media Superior “con el propósito de fortalecer la autonomía de gestión de las escuelas, para que compren sus materiales educativos y resuelvan problemas de operación básicos”, entre otros.
Añadió que en este fondo concursable participaron 98 escuelas del SEMS y que 72 de ellas fueron beneficiadas. De estas, 27 son preparatorias sede, 40 son módulos y cinco son extensiones. Los resultados de PAAGES 2016 para el Sistema, en comparación con los obtenidos en el 2015, son favorables al registrar un incremento del 48 %. El año pasado se consiguieron apoyos para 48 planteles con una aportación federal de poco más de tres millones 925 mil pesos.
          “El plantel debe convocar a una asamblea de padres de familia y presentar un  proyecto que puede ser de diferente naturaleza y con diferentes objetivos. Una vez que lo realizó, establece qué necesita para cumplir su objetivo, como bibliografía, equipo de cómputo, video proyectores, por mencionar algunos ejemplos. Redacta entonces un documento que se avala en la asamblea y se sube a la plataforma donde será evaluado”.
De esta manera, las escuelas concursan entre diferentes subsistemas de educación media superior de todo el país. La gran mayoría de los planteles del SEMS, detalló Prado Vázquez, establecen en sus proyectos la compra de equipo de cómputo, pizarrones electrónicos, butacas, sillas, equipo deportivo, de seguridad y para talleres, así como pintura, entre otras necesidades.
          Para PAAGES 2016, las preparatorias de la UdeG que fueron beneficiadas están obligadas a aportar un recurso adicional por dos millones 493 mil 155 como contrapartida: “los lineamientos establecen que las escuelas que presentaron proyectos por menos de 25 mil pesos no tienen necesidad de presentar contrapartida. Los proyectos de más de 50 mil pesos deben aportar 12 mil 500. Quienes soliciten proyectos con valor de hasta 75 mil pesos aportan 25 mil pesos y por cien mil pesos deben aportar 50 mil”.
PAAGES es un fondo que también “fortalece la relación entre la autoridad, maestros, padres de familia y alumnos, quienes firman las actas de los proyectos y se evidencia que hubo una acción concertada”, refirió el coordinador.
          Al respecto, el director general del SEMS, maestro Javier Espinoza de los Monteros Cárdenas, dijo que estos resultados “reflejan un esfuerzo colectivo amplio, por lo que es menester hacer extensiva una felicitación a sus comunidades, entre las que se incluyen alumnos, profesores y padres de familia y directivos por encauzar los esfuerzos en la formulación de proyectos de mejora institucional”.

    

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 Guadalajara, Jalisco, 
México, domingo 1 de mayo de 2016.

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