La historiadora Aída Aguilar Pérez con autoridades de Jocotepec, Jalisco y sus exitosos libros de historia sobre el municipio y su región.
Después de leer el libro de mi prima y paisana Aída, (la rama genealógica que nos une, es nuestro bisabuelo Cándido Pérez Valencia) me disponía a escribir un comentario, por lo que reeleí el prólogo para encontrar algún aspecto ignorado y complementarlo en un trabajo de equipo, pero no lo hallé porque, mi gran amigo Pedro Vargas Ávalos, es todo un humanista y redactó una introducción de excelencia, y como ya no ví nada que adicionar, me concreté a reproducir su interesante texto.
Felicidades Pedro, tu labor en la promoción de la Historia, que beneficia mucho a las letras y a la memoria del acontecer jalisciense, me hace recordar al clásico maestro griego Herodoto, fundador de esta disciplina.
Recibe mi fraternal abrazo: Jesús Pérez Loza.
Tal como afirmó nuestro paisano Amado Nervo, una leyenda es un penacho de ensueño popular. Y la del Puerco Gordo de Jocotepec, vencedora de siglos y de milenios, es un hito sublimado por la imaginación de sus habitantes.
Nuestra cronista del prehispánico Jocotepec, Aída Aguilar Pérez, se ha empeñado en divulgar lo que de bello, histórico o poético identifique a su pueblo. De esa manera ya lleva varias obras publicadas y una de ellas, que en lo personal me encantó, fue la de una especie de crónica ilustrada. Foto historia de Jocotepec y que publicara en 2007; allí recreamos la pupila y estimulamos la imaginación al ver con nostalgia, mapas y locales antiguos, carretas de bueyes, la evolución de la plaza municipal, haciendas, etc., etc. Luego, un año después y bajo el título de "Jocotepec desde la Época Prehispánica a la Revolución", ofrendó esta fecunda cronista, una monografía para sus paisanos.
Posteriormente conocimos, un día 20 de noviembre, "JOCOTEPEC, MI MUNICIPIO", que con gran cariño llevó a las prensas con el afán que ella misma afirma es el objetivo: "servir para entender el presente y construir un futuro".
Ahora nos ofrece "Los Cuentos del Puerco Gordo", un compendio de leyendas, sucesos y curiosidades que narra una piedra orgullo de los jocotepenses, misma que del cerro fuera trasladada a la Casa de la Cultura y enseguida a la Plaza. Y allí está, para satisfacción de los vecinos y curiosidad de los visitantes.
Al original estilo de Aída, muy orgullosa de sus regionalismos, la narración que expresa el Puerco Gordo, cotiene voces de uso muy local: "aguilanches" ó metates, "tapeiste" ó cama de varas, Huipil, (ropa), pochote, (árbol), etc., compaginadas con palabras de corte histórico, como Copaya, Coyotl (que fueron caciques indígenas) o de índole geográfico, tal es el nombre antiguo del cerro del pueblo, llamado Gacontepec, de la enfermedad "matazague" o el dios Ixtlacoatl, el remedio infalible del toloache y el unto de chili en los senos, para destetar chilpayates.
Ahora bien, el relato de este chancho parlanchín, incluye toda la gama de actividades de los pueblerinos: locatarios, recolección de productos, bodas, la vida luego de casados, la siembra y el comercio. Entretegida, la narración incluye, sucesos y diálogos sobre el tema expresado.
Propio de épocas prehispánicas en que había guerras floridas, se habla de ataques, combates y el resultado de toda contienda: los muertos, con sus inmediatas ceremonias fúnebres. Aquí debemos anotar las famosas tumbas de tiro del occidente mexicano.
En esta historieta, se comprende la legendaria guerra del salitre, típica guerra que aconteciera entre imvasores purembes y aguerridos defensores xalixcas, que a la postre fueron triunfadores.
La narración continua pródiga y se enlista desde raptos, hasta juegos infantiles, sin dejar pasar los consejos de ancianos tras la gesta de la guerra antes dicha, el comercio, y como página estelar, la conquista hispana. De estos recuerda a Francisco Cortés de San Buenaventura y Alonso de Ávalos.
La conquista implicó sometimiento y entre otros males, la llegada de graves enfermedades. Con la colonización, aparecen los repartimientos, las fincas rurales que llegarán a conocerse como haciendas, y los distritos geográficos políticos, como los afamados Pueblos de Ávalos, que abarcaron desde las orillas del lago de Chapala hasta el sur de Jalisco.
Aparejado al drama de la invasión hispánica, viene la conquista espiritual, en la cual la cruz fue más trascendente que la espada. En consecuencia aparecen iglesias, hospitales y cofradías. Muy cercas de Joco, la célebre festividad de los Santos Reyes de Tlaxomulco, es decir, Cajititlán, y desde luego, el surgimiento del Señor del Huaje, veneración de los lugareños.
La civilizacion trae ideas y cambios de costumbres, además de nuevos caminos, entre ellos el del afamado "camino real de Colima", sin olvidar que a la metrópoli tapatía, "la imponente ciudad de Guadalajara", había que viajar con frecuencia. Y a cada paso, la autora enlaza frases aún hoy muy comunes entre el pueblo: Caballo grande, aunque no ande. Y surgieron los mestizos, y con ellos bailes muy típicos con el "chuchumbé".
En el relato, se anota que si bien colonizados, al menos tuvieron gobernador indígena para la gente y sistema de tenencia de la tierra, pasando por el fundo legal de la población. Ésta creció y tuvo barrios, y entre las cercanías destaca la suntuosa hacienda de Huejotitán, la del riquísimo Tomás Ignacio Villaseñor, el improvisado capitán que fue vencido en Zacoalco por el Amo Torres en noviembre de 1810. Aquí se engarzan, el gobierno insurgente del padre Hidalgo, la derrota de Calderón y la epopeya de Mezcala.
Jocotepec, con plaza mayor, cura, y gobernantes realistas también tuvo su gran combate y los insurgentes se llevaron hasta la imagen del Señor del Camichín. El recuerdo de Encarnación Rosas y del ínclito padre Marcos Castellanos, alientan el devenir del vecindario: en homenaje perenne, el denodado clérigo insurgente fue sepultado en la parroquia del pueblo.
La parte final, alude a la guerra de Reforma y al juarismo, a la intervencion francesa y al Porfiriato, con las visitas del dictador a la zona; viene la Revolucion y enmarcado en el devenir de Jocotepec, el lago de Chapala, los pescadores y sus canastos de bagres, la plaga del lirio, las familias tradicionales y sus vicisitudes, concluyendo sin dejar de contar peripecias y anécdotas, que "la lengua española y la ética cristiana se impusieron" y son fundamentos "de lo que hoy somos" los jocotepenses, como los vi y los ve el Puerco Gordo, y yo agregaría, como los valora y encarna la fructífera cronista de Jocotepec.
Pedro Vargas Ávalos.
el Puerco Gordo, ubicada en la Plaza principal del municipio.
Las Fiestas Patronales
"Muchos años después del Cólera grande y del juramento de 1834, se celebra una fiesta anual en agradecimiento al Señor del Monte, por haber cesado esa peste, los pobladores de Jocotepec continuaron con entusiasmo esas festividades".
Malecón de Jocotepec, situado en la orilla poniente del lago de Chapala.
Mario Zetune Puglisi, funcionario de cultura del Ayuntamiento de Jocotepec, presenta a la escritora Aída Aguilar Pérez durante la difusión de otro de sus libros de Historia.
La escritora Aída Aguilar Pérez, Notario César Eduardo Agraz , QEPD, y Lic. Jesús Pérez Loza durante una comida en su casa Chapala, ofrecida por el inolvidable jurista y Doctor en Derecho.
AXIOS_1
PERIÓDICO CULTURAL
Director
Lic. Jesús Pérez Loza
Redacción
José de Jesús Morales
Felipe Hernández Sandoval
Innovación y Logística
Yolanda Tiscareño Valencia
Fotografía
Raúl González Orozco
Guadalajara, Jalisco, México, jueves
01 de octubre de 2020.
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